Una de las dificultades más importantes a la hora de establecer el diagnóstico es precisamente saber distinguir de que psicopatología se trata, cuando existen otras que podrían presentar una sintomatología similar. La importancia del diagnóstico es precisamente que a partir de ahí se puede establecer el tratamiento oportuno. Un diagnóstico erróneo, no sólo va a hacer que sea inútil la intervención realizada, sino que va a retrasar la aplicación del tratamiento adecuado y necesario para el paciente. Para eso muy útil el apartado descriptivo del D.S.M.-V donde se especifica con qué otros tipos de psicopatología se pueden confundir, o los casos de "exclusiones" del C.I.E.-10 Volviendo al caso de los trastornos psicosomáticos comentado en apartados anteriores, ya que uno de los aspectos más difíciles a la hora de tratar las enfermedades psicosomáticas es el establecimiento de un claro diagnóstico. Primeramente, hay que alcanzar la distinción entre este tipo de enfermedades y otras de origen médico o psicológico, con posterioridad se aportan las claves necesarias para conseguir un diagnóstico diferencial de otra sintomatología "parecida". El interés del estudio por lo psicosomático parte desde el área clínico como una interrogante ante determinados síntomas de los que no se encontraban un origen médico, surgiendo la idea de que el organismo (soma) podía estar viéndose influido por la mente (psique) de la persona; pero por supuesto debería ser una "psique enferma". Con ello se aceptaba algo que hasta ese momento había sido desechado, y es la estrecha vinculación entre la mente y el cuerpo, y su